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(La felicidad gratuita)

martes, 1 de noviembre de 2011

Un "NO" en un descansillo

Bullicio de ascensor, pasos agigantados sobre el corredor, timbre que silba.
Un "Don Nadie" esperaba impaciente ante la puerta, inquieto se revolvía en su americana azul, se recolocaba la corbata y se despejaba el pelo de los ojos. Su sonrisa hoy lo acompañaba.
Hoy quería estar más que presentable, no todos los días se conoce a un amor. Miles de pensamientos rondándole por su cabeza, dudas y una flor en la mano.
A cada segundo que pasaba los nervios aumentaban, la tensión se hacia cada vez mas evidente. De repente, rompen el silencio unos andares provenientes del interior, seguidos de un leve aleteo metálico y de unos orgullosos susurros deseosos de no ser escuchados. Un ojo triste, decepcionado y cansado surgió de entre la mirilla de bronce.
Chispeantes instantes de esperanzas voladoras.
Una mirada de arriba a abajo fue suficiente para desatar un casi desgastado "No me interesas" de su boca desconocida, una pregunta del tímido joven lanzada desde la incomprensión, y por supuesto otro maldito "No" que vuelve a hacerse oír.
De nuevo calma, su ojo más triste, más decepcionado, y más cansado, se dejó de ver nuevamente de entre la mirilla de bronce, aquella tras la cual se cruzaron miradas con distintas intenciones.
Sobrios instantes de de esperanzas sin resucitar.
Orgullosos susurros deseosos de no ser escuchados, leve aleteo metálico y pasos demoledores alejándose para siempre de la puerta.
Otra vez a solas. El mismo "Don Nadie" desmantelo su sonrisa y se mantuvo un par de minutos rememorando a su amor nunca conocido, mientras unas lagrimas se desprendían de sus mejillas para acabar en "Bienvenido". De la impotencia, la flor que portaba se deslizó de entre sus dedos para acabar cubriendo las baldosas con sus pétalos.
Timbre que mudo se despide, pasos cortos de regreso al corredor y bullicio de ascensor.
Olvidada flor que por mucho tiempo permaneció a solas, marchitándose ante la puerta sin remedio, aquella en donde hubo una vez, un "Don Nadie" esperaba impaciente ante la puerta.

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